Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone Los ejemplos cambian vidas

Dicen que las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. Es decir, los ejemplos siempre hablan más alto y tienen el don de transformar vidas, arrebatar a las personas.

Narra el médico y escritor escocés A. J. Cronin, en una página suelta en la prensa internacional, titulada Porque yo creo en Dios, su experiencia personal.

Estudiante de medicina en la Universidad de Glasgow, durante su juventud, no era diferente de sus colegas en cuanto a la irreverencia de creer en el Ser Supremo.

Cuando pensaba en la palabra Dios, una sonrisa de mofa le aparecía en los labios, notándose el desprecio por ese mito, desgastado por el tiempo.

Cuando se graduó y pasó a la práctica clínica, al sur de Gales, conoció a una joven enfermera, cuya actuación llamó mucho su atención.

Ella trabajaba sola, en una ronda de quince kilómetros diarios, montada en una bicicleta, para atender a sus pacientes.

Su fisonomía revelaba los rasgos de una disposición, jovialidad y paciencia dignas de admiración.

Incluso después de un día agotador, si llegaba un llamado urgente, regresaba a su tarea. Y nunca estaba tan ocupada que no pudiera pronunciar una palabra de consuelo y buen ánimo a quien lo necesitara.

Su salario era irrisorio y apenas satisfacía sus necesidades básicas. Pero, ella realizaba su trabajo como si estuviera recibiendo la mayor remuneración de toda la clase médica.

Cierta noche, después de un día particularmente laborioso, difícil, el doctor Cronin se sentó al lado de ella, para saborear una taza de té.

Observando su cansancio, el médico le preguntó: Enfermera, ¿por qué no exiges que te paguen mejor? Deberías ganar al menos el triple de lo que ganas a la semana. Realmente, te lo mereces.

Se hizo un silencio por algunos instantes. Después, ella sonrió y su mirada brilló intensamente, sorprendiendo al médico.

Entonces, con voz tierna y modulada, ella respondió:

Doctor, si Dios sabe que me lo merezco, eso es todo para mí.

En aquel momento, Cronin comprendió que toda aquella existencia de trabajo, en la que se destacaba el amor al prójimo, era un testimonio evidente de su manera de adorar a Dios.

Percibió, en un destello, la riqueza del sentido de la vida de aquella joven. Y, por otro lado, el vacío interior existente en su proprio mundo íntimo, por la ausencia de creer en Dios.

Eso le hizo pensar y, después de algún tiempo, en que otros hechos se alinearon a su observación, él se levantó del pantano del escepticismo para la tierra firme de la adoración a Dios.

*   *   *

 

Sí, los ejemplos arrastran. Hablan mucho más alto a la razón y al corazón que muchas palabras.

Por eso, el sabio de Nazaret convocó a los hombres al amor, prescribiéndoles: Amaos los unos a los otros.

Y, para añadir Como yo os he amado, abandonó las estrellas, tomó un cuerpo de carne y vino a vivir entre Sus ovejas, Pastor Celestial que es.

Durante poco más de tres décadas, vivió la infancia, la juventud y caminó hacia la madurez, sirviendo siempre, en el hogar, en la carpintería del padre, en el mundo.

Finalmente, seguro de que le seguiríamos la ejemplificación noble, afirmó: Mis discípulos serán conocidos por amarse mucho.

Pensemos en eso. Vivamos y ejemplifiquemos la sabia exhortación.

Redacción del Momento Espírita, con base en el artículo
 
A lei de adoração, de José Couto Ferraz, de la Revista
Internacional de Espiritismo, octubre 2016.
El 24.12.2021.

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