Momento Espírita
Curitiba, 20 de Abril de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone Amor en desequilibrio

Hoy en día los modelos de educación son tantos y tan complejos, que una gran parte de los padres no sabe cuál es la manera más eficaz para obtener un buen resultado en la orientación de sus hijos.

Algunos padres han adherido al modelo de una educación, denominada  liberal, de libertad sin responsabilidad. Pero ese modelo probó su ineficiencia pues ha creado una generación de pequeños tiranos, causadores de infelicidad y dolor a sus progenitores.

Otros padres han resuelto educar a los hijos a prevenirse contra todo y contra todos. Y surgió una generación violenta y cruel, capaz de pisotear hasta  sus compañeros de clase y profesores.

Esa demostración tácita del amor en desequilibrio ha provocado la infelicidad de padres e hijos que caen en sus tretas dañinas.

Por ello, a los padres de buena voluntad, les relacionamos algunas actitudes que deben evitarse para que se pueda alcanzar una educación eficaz, promoviendo el ser y elevándolo moralmente.

  Creer que los hijos tienen siempre razón, sin reconocerles las fallas, suponiéndolos exentos de cualquier tipo de defecto y con eso incentivarlos a la  arrogancia de la falsa superioridad y al desprecio de la virtud.

O en otro extremo, censurarlos por todo y a cada instante, dejándoles marcas de inseguridad interior y de complejos de inferioridad.

  Mantener a los niños y a los adolescentes lejos de cualquier problema  que la familia enfrente, para apenas ponerlos en convivencia con juguetes y fiestas, ablandándoles así la capacidad de resistencia con la que tendrán de hacer frente a la dura, pero necesaria, realidad de la vida.

  Satisfacer cada capricho infantil, jamás negándoles nada, y de esta forma desarrollar la ambición desmedida y la total falta de firmeza y coraje en el adulto del futuro.

  Aconsejar siempre a retrucar y ser intransigente, con la observación de que perdonar y pacificar es una tarea para los tontos, y alejar de esa manera, el alma infantil de cualquier tendencia a la compasión.

  Querer dejar a los descendientes, antes de nada, el bienestar material, que se puede diluir, al soplo de cualquier adversidad, en vez de transmitirles la herencia de la cultura y de la virtud, tesoros que nadie jamás podrá corroer...

  Desear moldear a los hijos según su propia imagen, como una reproducción de sí, sin respetar las inclinaciones de la personalidad.

  Acostumbrarlos a menospreciar  a  empleados y subordinados, que les deben obedecer en todos los caprichos e incentivarlos a adular y a ser servil de los socialmente bien acomodados, tergiversando  así la escala de valores del niño y del joven que no sabrá ver seres humanos en ninguna parte, sino apenas objetos desechables de la propia ambición.

La obra de la educación exige amor, pero también exige equilibrio y lucidez.

Es necesario aunar energía y dulzura, verdad y ternura, confianza y dinamismo para que aquellos a quien se está formando sientan que sus  educadores desean llevarlos a la cumbre de la vida, de la felicidad plena, sin ilusiones ni fantasías. 

*** 

Educar es la mejor manera de curar el desequilibrio del mundo, y orientar con Jesús es curar todas las llagas del espíritu eterno.

 

Equipo de Redacción de Momento Espírita, con base en el libro La Educación del a Nueva Era, cap. Tiempo de reflexionar, de Dora Incontri, ed. Comenius y Diccionario del Alma, ed. FEB, apartado: educar.

Versión en español: Roberto M.Lamela Roca / AD LITTERAM Tradutores Associados

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998