Momento Espírita
Curitiba, 25 de Abril de 2024
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ícone Articuladora de la paz

        El mundo todavía es de los hombres. Son ellos que dominan el mercado financiero, la política, las naciones.

        Son ellos que dictan la moda, que dicen como la mujer debe vestirse,  calzarse.

        Hoy, la moda es ser delgada, Top Model, busto grande, medidas correctas.

        Los hombres así lo quieren y las mujeres se someten. Al menos, una parte de ellas, que idealizan que el bueno es ser fotografiada, codiciada y adulada.

        Para eso, no hay medida para los sacrificios. Dietas rigurosas, ejercicios, pociones dichas milagrosas para mantener la forma física impecable.

        Las revistas que traen recetas con dietas para adelgazar venden ediciones sin cuenta.

        Y las mujeres ponen silicona aquí, allá, para quedarse como dice la moda.

        Se someten a cirugías y cambian la nariz, la faz.

        Y se entregan a toda suerte de actitudes, para aparecer en las revistas, en los periódicos, en la tele.

        Visten ropas que dejan a la vista el busto, las piernas, la espalda. Casi todo.

        Pantalón bajo y justo en las piernas, mini blusa,  falda corta.

        Paradójicamente, estamos viviendo el momento en que el 56% de las plazas universitarias están ocupadas por mujeres.

        Momento en que las mujeres se sobresalen en la magistratura, en la investigación científica, en la política, en el periodismo.

        Momento de las mujeres que asumen el hogar, van a la lucha, sostienen la casa, y solas educan a los hijos.

        Mujeres de coraje que no temen levantarse de madrugada, preparar el café, llevar a los hijos a la guardería y enfrentar ocho horas de trabajo.

        Después, ir a por los hijos en la guardería, ayudarlos con la tarea, cocinar, lavar, planchar.

        Todos los días, seis o siete días por semana. Y, cuando llega el domingo, es necesario llevar a los niños al parque, andar en bicicleta, ayudarlos con los estudios para la prueba.

        ¡Una rutina sin fin! Y están ahí.

        Heroínas anónimas, que no aparecen en la tele. Muchas de ellas ya abandonaron la silueta de la juventud hace mucho.

        Aumentaron la talla, después de muchos niños generados.

        Las piernas no tienen la elegancia de las modelos. Son piernas rijas, por veces cribadas de varices, por cuidados que no pudieron permitirse, por descanso que no pudieron gozar.

        Por esfuerzos más allá de lo posible que tuvieron que emprender.

        Son esas mujeres las articuladoras de la paz. Ellas detestan la guerra, las bandas de malhechores, la violencia.

        Porque todo eso les roba a los hijos, razón de su propia vida.

        Por eso, luchan por más plazas en las guarderías. Por más seguridad en la salida de las escuelas.

        Por eso educan a los hijos en el hogar, enseñan valores morales, comparecen a los templos religiosos.

        Las mujeres. Articuladoras de la paz.

        Por ellas, los problemas serian resueltos en la mesa de las discusiones, sin confrontaciones bélicas, que hacen chorrear sangre.

        Por ellas, todos los niños tendrían un hogar, comida, ropa, guardería, escuela.

        Todas ganarían regalos en Navidad y tendrían dulces en la mesa, para el postre.

        Todas podrían tomar helados, andar en patines y en monopatines. Eso porque la mujer madre no distingue los suyos de los hijos ajenos.

        Ella sabe lo que es generar y amar a un hijo. Ella sabe cuanto le duele el dolor de un hijo.

        Ojala esté próximo el día en que las mujeres objeto se unan a esas luchadoras de todos los días. Ojala se unan y muestren toda su fuerza.

        Ojala... Porque deseamos paz al Mundo. Deseamos tener niños jugando en el parque sin miedo. Jóvenes en los bancos universitarios.

        Mujeres que honran el Mundo con su presencia.

Redacción del Momento Espírita, a partir del pronunciamiento de la roquera Rita Lee.
Em 12.05.2008.

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