Momento Espírita
Curitiba, 29 de Março de 2024
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ícone Acerca de los ángeles

La palabra ángel generalmente despierta la idea de perfección moral.

Frecuentemente, es aplicada a todos los seres buenos y malos que no pertenecen a la Humanidad. Se dice el ángel bueno y el ángel malo, el ángel de la luz y el ángel de las tinieblas.

En la Biblia se encuentra con frecuencia ese vocablo. A veces, con el sentido de seres humanos ejerciendo la función de mensajeros, embajadores, profetas.

Su utilización más frecuente se refiere a seres ya existentes antes de la creación del mundo, pero igualmente creados por Dios.

Se diferencian del hombre por su superioridad en inteligencia, sabiduría y poder.

Algunos críticos juzgan que la idea de los ángeles sustituyendo a los dioses nació por influencia de los pueblos vecinos de Israel, sobretodo de Persia.

Es así que ellos aparecen en descripciones bíblicas hablando a los hombres en la forma y lenguaje humanas. Y son presentados con grados jerárquicos entre ellos.

Se observa que en el Nuevo Testamento las referencias a los ángeles son menos frecuentes que en el Antiguo Testamento.

La existencia de seres humanos ejerciendo las funciones de mensajeros de la Divinidad hacia los hombres también es admitida como realidad en las religiones no bíblicas.

Es así que vemos descripciones de ángeles en el mahometismo, en las mitologías griegas y orientales y en algunas ramas del budismo.

El Corán es extraordinariamente rico de referencias a los ángeles.

La Doctrina Espírita nos enseña que los ángeles son seres creados como todos los Espíritus.

Una vez que ya recorrieron todos los grados y  reunido en sí mismos todos los perfeccionamientos, se tornan Espíritus puros.

Como existen Espíritus de esa categoría, muy anteriores al hombre, éste creyó que ellos habían sido creados así, perfectos.

Entre los ángeles existen aquellos que se dedican a proteger, son los ángeles de la guarda.

Siempre son superiores a los hombres. Están para aconsejar, sustentar, ayudarnos a  escalar el monte acantilado del progreso.

Son amigos firmes y devotos, más que cualquier vínculo afectivo que se pueda tener en la Tierra.

Esos seres están cerca de los hombres por orden de Dios. Están allí por Su amor.

Cumplen junto a los hombres una bella y al mismo tiempo difícil misión.

Sea en las cárceles, en los hospitales, en los antros del vicio, en la soledad, ellos se encuentran al lado de sus protegidos.

Es de ellos que nuestra alma recibe los más afectuosos impulsos y escucha los consejos más sabios.

Ellos nos auxilian en los momentos de crisis.

Para aquellos que creen improbable que Espíritus verdaderamente elevados se restrinjan a una tarea tan laboriosa y de todos los momentos, es conveniente acordarse que ellos nos influencian a millones de leguas de distancia.

Para ellos el espacio no existe. Pueden vivir en otros mundos y conservar la conexión con sus protegidos.

Tienen facultades que no podemos comprender.

Cada ángel de la guarda tiene su protegido y lo cuida, como un padre cuida a su hijo.

Es feliz cuando este sigue el camino del bien y llora cuando sus consejos son despreciados.

El ángel de la guarda está unido al individuo desde su nacimiento hasta la muerte. Con frecuencia lo sigue después de la muerte y aún mismo por las numerosas existencias físicas.

Para el Espíritu inmortal esas existencias son fases muy cortas de la vida.

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Gregorio Magno fue el primero que introdujo el concepto de la angelología en la teología cristiana del Occidente.

Aparecieron  así, además de los ángeles y los arcángeles, dos otras clases: la de los querubines y serafines, que jamás fueron mencionados en la Biblia como seres angelicales.

En el Nuevo Testamento, los ángeles son presentados como sometidos a Cristo, el Espíritu perfecto.

 

Redacción del Momento Espírita con base en los ítems 128 a 130 y 489 a 495
del
O livro dos Espíritos, de Allan Kardec, ed. FEB, Brasil y en la entrada Ángel de la
Enciclopedia Mirador, v.2, ed. Enclyclopaedia Britannica do Brasil Publicações Ltda.
Disponible en el CD Momento Espírita Español, v. 1, ed. FEP.
En 26.5.2014.

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