Momento Espírita
Curitiba, 02 de Maio de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone Parar para oír
 

¿Cómo está tu habilidad para oír a los demás? ¿Tienes paciencia para parar y escuchar a alguien? Aquí están algunas reflexiones importantes sobre el tema.

*   *   *

Millie Esposito oía, con atención, cuando uno de sus hijos tenía alguna cosa que decirle.

Una cierta noche, estaba sentada en la cocina con su hijo, Robert, y, tras una rápida discusión sobre una idea que él alimentaba, él le dijo:

Mamá, sé que usted me quiere mucho.

La Sra. Esposito se conmovió y comentó: Por supuesto que te quiero. ¿Lo dudabas?

Robert respondió: No, pero sé realmente que usted me quiere cuando quiero conversar sobre algo, y usted se detiene, solo para oírme.

*   *   *

¿Cuántos de nosotros nos detenemos para oír a nuestros hijos?

¿Cuántos de nosotros nos detenemos para oír a los demás, con esa postura respetuosa de atención al semejante?

¿Y a quién no le gusta que le escuchen? Y que le escuchen con atención.

Dialogar con alguien que nos escucha atentamente, que espera que concluyamos una idea para solo entonces exponer la suya, es un gran placer.

Una persona que solo habla de sí misma, que solo piensa en sí misma, es irremediablemente deseducada.

Aquella que sabe oír, por otro lado, se hace simpática, querida, e inspira confianza plena en los demás.

Un hombre que conoció al célebre Sigmund Freud, describió su manera de oír de la siguiente forma:

Quedé tan fuertemente impresionado, que no lo olvidaré. Él tenía cualidades que jamás encontré en hombre alguno.

Nunca, en toda mi vida, vi atención tan concentrada. Sus ojos eran tiernos y suaves. Su voz era calma y suave.

Hacía pocos gestos. Pero la atención que dispensaba a mí, sus comentarios positivos sobre lo que yo decía, aun cuando me expresaba mal, eran extraordinarios.

No imaginas lo que significa ser oído de aquella manera.

*   *   *

El que sabe oír ya ayuda, no hace falta que diga algo, muchas veces.

Así, si deseamos ser buenos conversadores, buenos amigos y buenos consejeros, seamos oyentes atentos.

Para ser interesante, sé interesado. Haz preguntas a las que los demás sientan placer en contestar. Y aprovecha para aprender también.

Al donar atención, al donar su oír atento, seguramente ganarás, además de la gratitud de los demás, experiencia, conocimiento y discernimiento.

La falta de tiempo jamás podrá ser una disculpa para el no oír. Basta con que seamos disciplinados, organizados, y descubriremos que tendremos tiempo para oír.

Oír es donarse a los demás, por eso, alegar escasez de tiempo para darse, para practicar este matiz de caridad, es autocondenarse a la estagnación espiritual.

Tal gesto de amor cualquiera lo podrá practicar, no importa la edad, poder adquisitivo o grado de instrucción. Todos podemos donarnos, escuchando.

*   *   *

Jesús, el gran ejemplo para la Humanidad, era un excelente oyente.

Pongamos atención a los pasajes evangélicos, analizándolos bajo este prisma, y démonos cuenta de que Él siempre se posicionó como un buen oyente.

Escuchaba con paciencia y ternura a todos los que de Él se aproximaban, pidiéndoLe auxilio y consuelo.

Jamás interrumpió a alguien y siempre inclinó sobre ellos una mirada atenta y amorosa de quien se interesa por la vida de su semejante.

 

Redacción del Momento Espírita basada en un fragmento del cap. 4, pt. 2, del libro Como fazer amigos e influenciar pessoas, de Dale Carneggie, ed. Companhia Nacional.
En 21.02.2011.

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998