Momento Espírita
Curitiba, 16 de Abril de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone Explicaciones ponderadas

Habitualmente, cuando algo extraño nos llega al conocimiento, tenemos dos reacciones: si somos de aquellos que creen en todo, luego abrazamos el contenido, pasándolo adelante, a través de las redes sociales.

Esos son los más fáciles de ser engañados y que, en general, se hacen responsables de la avalancha de noticias falsas, asombrosas, que se apoderan de la Internet.

Para ellos, todo se debe a lo maravilloso, lo mágico, lo milagroso.

Fáciles de ser desacreditados, no es raro que los mensajes pasen a ser eliminados por quien utiliza la razón y la ponderación ante cualquier ocurrencia.

Otros, son que, ante un hecho que parezca inusitado, extraño, buscan saber si puede ser posible, si existe alguna explicación razonable.

Se dice que la fábrica de automóviles de Detroit recibió una carta de un hombre muy rico de Chicago.

Los señores no lo van a creer, escribía él. El automóvil que compré, modelo fuera de serie, presenta un defecto sui generis, para el cual no tengo solución. Lo pongo en sus manos, aunque creo que ustedes se reirán mucho de mí.

Cada noche, después de la cena, voy a comprar helados para la familia aquí cerca de casa, donde se ubica una heladería.

Bueno, el coche responde muy bien, excepto el día que compro helado de vainilla. Cada vez que voy a comprar el helado de ese sabor, el coche no funciona.

Los directores de la fábrica se rieron mucho al principio y dedujeron que existen locos de todo tipo. ¡Imagina que el auto sepa que el dueño va a comprar helado de vainilla!

Aun así, asignaron a un ingeniero para ir a Chicago a investigar. Él fue, se hospedó en un hotel y tomó informaciones acerca de quien había escrito la carta.

Era un ejecutivo de cierta industria, respetable y abastecido económicamente.

Diariamente, el ingeniero pasó a acompañarlo, a distancia, entre las 19:30 y las 20:00, cuando salía a comprar helado.

Y descubrió que, de verdad, algunas veces el coche se ahogaba. Entonces, finalmente, se dirigió a él, se identificó y dijo que estaba allí para descubrir la causa del problema.

Empezaron las pruebas. Salieron y fueron a comprar helado de chocolate. Sin problema. Salieron de nuevo y compraron helado de sabor de coco. Maravilla.

¡Pero cuando compraron helado de vainilla, el coche se ahogó!

El ingeniero pensó, pensó. Y verificó que, en las filas de todos los sabores, excepto el de vainilla, había mucha gente. El vehículo paraba, tenía tiempo de desahogarse y funcionaba.

Por eso, cuando el ejecutivo compraba helado de vainilla, donde no había casi nadie, el ingeniero entendió. Se trataba del tiempo de apagar y reconectar el coche. Esa era la cuestión.

Una explicación simple, nada extraordinaria, ni sorprendente.

*   *   *

En nuestra vida, las cosas también son así. Sencillas. Es necesario parar, razonar, intentar descubrir lo que sea o no verdadero.

¿Habrá algo de verdad en ello? Solamente la ponderación, el tiempo, la investigación podrán decirnos.

De esa forma debemos proceder en todos los momentos de nuestra vida. Incluso cuando las dificultades nos alcancen y los problemas parezcan sin solución.

Estamos en la Tierra para poner luces de esperanza en nuestros días y de nuestro semejante.

Pensemos en eso. Grande es nuestra responsabilidad.

Redacción del Momento Espírita, con base
en el cap. 5, del libro
A Estrela Verde, de
Divaldo Franco y Délcio Carvalho, ed. LEAL.
El 5.1.2022.

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998