Momento Espírita
Curitiba, 28 de Março de 2024
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ícone Nuestro futuro planeta

Un gran número de personas, independientemente de su creencia religiosa, cree que nacemos muchas veces.

Cree que volveremos a este mundo.

Algunos investigadores y científicos ya incorporaron esa verdad, probada por años de experimentaciones, abarcando, entre ellas, la regresión de memoria.

Sin embargo, de una forma muy extraña, no nos hemos comportado como quien cree en esa verdad.

Tomemos el ejemplo de nuestro planeta. Sería obvio que, si estamos seguros de que volveremos a este lugar, desearíamos que nos ofreciera, a nuestro regreso, las mejores condiciones de vida.

Mientras tanto, no nos hemos preocupado por él.

Los ejemplos demuestran que, en general, nos preocupa ganar dinero.

Dinero para gastar ahora, en esta vida. Dinero para adquirir una mansión, un coche, un yate. Dinero para viajar por el mundo.

No estamos en absoluto pensando que, si la deforestación continúa, tendremos problemas para respirar, para el mantenimiento de las lluvias regulares, para la preservación de los manantiales.

Por cierto, las reservas del precioso líquido, el agua, ¿no merecen nuestra mayor atención?

Destruimos los bosques fluviales, en total descuido por la preservación de los ríos preciosos. Todo porque el dinero es más importante que cuidar de la naturaleza.

Sin embargo, bastaría un poco de inversión, mayor cuidado, más atención. Tendríamos buena cosecha y, al mismo tiempo, la preservación ambiental.

Y en cuanto a la capa de ozono, ¿qué hemos hecho?

¿Nos hemos preocupado por no utilizar materiales que la agreden, de forma paulatina?

¿O estamos más ocupados disfrutando de los bienes que la están destruyendo?

¿Hemos velado y exigido que nuestras industrias establezcan mecanismos no invasivos a ese precioso espacio que nos preserva la salud?

¿Qué estamos preparando para nuestro futuro?

Vivimos exactamente como quien, de forma egoísta, ve solamente el hoy.

Lo importante es disfrutar lo más posible. Las generaciones futuras habrán de encontrar un modo para su supervivencia.

¿Nos damos cuenta de que las generaciones del futuro, por esa ley llamada reencarnación, seremos nosotros mismos de retorno?

¿Qué planeta estamos preparando para nosotros?

Si somos tan egoístas como para no pensar en nuestros hijos, ¿no deberíamos pensar en lo que estamos dejando para nosotros, en el mañana que vendrá?

La reflexión se hace muy oportuna. No se trata de un mero llamamiento, o de digresiones filosóficas, buscando convencer a quienquiera que sea.

Se trata de una cuestión de sentido común y discernimiento.

Pensemos: ¿dónde deseamos ser recibidos a nuestro regreso?

¿En un planeta árido, enfermo, en condiciones insalubres?

¿O en un planeta bendecido por el bosque verde, el aire puro, las fuentes cristalinas cantando melodías de vida?

¿Un planeta de rocas y montañas de picos agudos, desnudos, elevándose hacia el cielo?

¿O un lugar lleno de flores, pájaros cantores y animales de variadas especies, manteniendo un perfecto equilibrio ecológico?

La decisión nos pertenece. El mañana depende de nosotros. La hora de construir y preservar es ahora.

El mejor lugar: donde nos encontramos, en el hogar, en la escuela, en la oficina, en la calle.

¡Pensemos en eso!

Redacción del Momento Espírita
El 10.1.2022.

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