Momento Espírita
Curitiba, 28 de Março de 2024
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ícone Abrazo a distancia

Muchas han sido las campañas de concientización, durante los períodos más graves de la pandemia del coronavirus, que se ha apoderado del planeta, en los primeros años del Siglo 21.

Distanciamiento social es un término del que poco habíamos oído hablar, pero que ha ganado notoriedad e importancia dentro de todo este contexto.

¿Cómo explicar a las personas, cómo hacer que las familias entiendan que necesitan estar en aislamiento, durante un determinado período, sin darles una perspectiva temporal?

Importantes han sido las campañas creativas, principalmente aquellas que han escogido el tono de la esperanza y no del terror, del pesimismo.

Algunas de ellas dicen que la gente buena está cerca del corazón, pero lejos en la distancia. Otra dice: Aún necesitamos permanecer distantes, pero pronto todo volverá a la normalidad.

Una, en particular, dice: Abrace a distancia, refiriéndose a la necesidad de auxiliar a aquellos que pasan por mayores necesidades en período tan crítico.

Muy oportuna es la propuesta que, por lo demás, puede entenderse de diversas formas.

Muchos nos quedamos sin abrazos importantes en nuestras vidas, por un buen tiempo, sin embargo, la creatividad y la oportunidad nos presentan nuevos modos de abrazar.

Desde nuestra casa creamos campañas, movilizamos enormes grupos de personas a través de las redes sociales, inventamos nuevas formas de encuentros y medios para permanecer conectados.

Podemos decir, sin exagerar, que muchos acaban acercándose más aún, en vez de alejarse.

Descubrimos que estar cerca o lejos no está necesariamente en la proximidad física.

Algunos estamos próximos físicamente, pero como si habitáramos planetas distintos. ¿Qué proximidad es esa?

Otros vivimos el desafío de la distancia oceánica, continental, y nos descubrimos repentinamente tan cercanos, tan necesarios uno en la vida del otro.

Una pantalla, una conexión, un teléfono inteligente nos hace llorar, sonreír, escuchar, desahogarnos...

Abrazamos a distancia a los que están aislados por sus familiares, incluyéndolos en grupos religiosos, en actividades redentoras, en estudios.

Abrazamos a distancia a los tímidos, que siempre tienen dificultad en expresarse o que tienen vergüenza de su apariencia.

Y todo en breves líneas amorosas, escritas y correspondidas con atención.

Abrazamos a hermanos de otros Estados, de otros países, enlazando también su cultura, su experiencia de vida, independientemente de su edad, sexo o religión.

En cierto modo, las plataformas digitales nos han igualado. El mismo cuadradito, el mismo espacio para todos, sin grandes diferencias.

Cuántas lecciones... Cuánto hemos aprendido en los momentos de crisis. La vida siempre enseñándonos, en el planeta escuela, en el planeta de las pruebas y de las expiaciones redentoras.

Si aún no has tenido la oportunidad de este tipo de abrazo, esta es la oportunidad.

No es que él sustituya al otro, de ninguna manera, pero es uno más que añadimos en nuestro repertorio amoroso de expresiones cariñosas que hacen bien a todos.

Abracemos a distancia, abracemos de cerca, abracemos siempre.

Todos necesitamos un abrazo.

Redacción del Momento Espírita
El 27.1.2022.

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