Momento Espírita
Curitiba, 03 de Maio de 2024
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ícone Descubriendo diamantes

Cuando aquel rico empresario adquirió uno de los hoteles más famosos de París, lo revitalizó por completo.

Y lo celebró con una gran fiesta.

Todo iba bien hasta que descubrió a un camarero negro en uno de los salones. Inmediatamente pidió a su hijo que lo echara.

No quería estropear la grandeza de aquel momento.

El hijo obedeció. Pero, luego le dijo a su padre: ¿Sabes quién era ese camarero? Él sirvió al rey Eduardo VIII de Inglaterra durante más de treinta años.

Al día siguiente, el empresario llamó a Sidney Johnson para una entrevista.

Y descubrió que, a los dieciséis años, fue contratado por el Duque de Windsor, cuando ése era el gobernador de las Bahamas.

Cuando regresó a Europa, trajo consigo a Johnson y lo ascendió.

Su trabajo consistía en ayudar al matrimonio de Windsor en sus quehaceres diarios y acompañarlos en sus viajes al extranjero.

Naturalmente, él no estaba acostumbrado a la etiqueta ni a todo lo que era exigido para servir a un rey que había renunciado al trono británico.

Pero, como él mismo confesó, el rey exiliado le enseñó, con paciencia y amabilidad.

Sus responsabilidades no hicieron más que crecer. Johnson elegía sus ropas para cada día, basándose en un sistema numérico que crearon juntos.

Con los años se hicieron muy amigos. Además de enseñarle las tareas que debía realizar, el Duque mejoró su educación ofreciéndole libros de grandes autores ingleses para lectura: desde Charles Dickens a Shakespeare, pasando por Rudyard Kipling.

A la muerte del Duque, Johnson fue a trabajar como camarero en el Hotel Ritz.

El gran empresario, que escuchó su relato, lo contrató como mayordomo personal en su casa, en París.

Tardó algún tiempo en aceptarlo debido a sus prejuicios raciales. Sin embargo, descubrió la riqueza que tenía aquel hombre.

Cuando más tarde decidió restaurar la casa del Duque y de la Duquesa de Windsor y asumió el contrato de arrendamiento de la mansión, convirtiéndola en un museo repleto de muebles reales, confesó la gran ayuda de Johnson.

Al periódico New York Times reveló: Johnson es un diccionario. Es un hombre muy culto. Ha sacado todas esas cosas de cajas, cofres de caudales y depósitos y conoce la historia de cada una de ellas.

El que fuera servidor del rey Eduardo, Duque de Windsor, vivió para ver la reapertura de la Villa Windsor.

Poco más de un mes después, murió, a los sesenta y nueve años.

Y pensamos: ¡una acción precipitada, juzgando bajo los prejuicios raciales, casi hace perder una joya sin par!

*   *   *

 

Dos grandes lecciones en esos hechos. Primero, la disposición de Johnson en aprender, en mejorar, al recibir la oportunidad.

En segundo lugar, cuando juzgamos sólo por la apariencia, sin conocer la riqueza interior de la persona, siempre corremos el riesgo de despreciar los diamantes preciosos.

Comprendamos que, si Dios ha elegido que tengamos diferentes colores de piel, diversas conformaciones físicas, es para que este mundo sea aún más extraordinario, multicolor.

Y lo que nos define no es, absolutamente, nuestro origen, el color de nuestra epidermis, sino lo que somos en nuestra intimidad.

Aprendamos a descubrir las piedras preciosas en nuestras relaciones.

Redacción del Momento Espírita
El 13.4.2023.

 

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