Momento Espírita
Curitiba, 11 de Maio de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone ¿Cuán grande es ese amor?

¿Quién puede evaluar el amor de una madre?

A veces, algunas personas menos emocionales creen que se da demasiada importancia a ese sentimiento. Que, al fin y al cabo, no es tan grande.

Sin embargo, cada día, los hechos demuestran que es más grande de lo que podemos imaginar o concebir.

Y un sabio resaltó: No hay argumentos contra los hechos.

Durante el terremoto que sacudió Turquía este año 2023, muchas escenas atestiguaron la grandeza del amor materno. Y de su alcance.

En esas catástrofes, es digno de elogio el trabajo abnegado de los equipos de búsqueda y rescate. Son hombres y mujeres que nunca parecen cansarse hasta haber agotado todas las posibilidades de rescatar una vida.

Uno de esos equipos, cinco días después de los primeros temblores, estaba abandonando uno de los lugares donde antes se levantaba un edificio.

No habían detectado más señales de vida. Así, dejaron que los tractores movieran el hormigón, despejando la zona.

Al comenzar la tarea, apareció una mujer, en altos clamores, diciendo que el tractor no debía avanzar.

Suplicó, de forma tan vehemente, diciendo que sus dos hijos estaban enterrados allí y seguían vivos, que llamaron a los socorristas para que movieran cuidadosamente las piedras, con sus propias manos.

Después de algún tiempo, encontraron a los dos niños. Asustados, pero vivos.

Para tranquilizarlos, en cuanto una de las socorristas pudo, les dijo que no se preocuparan, que no tuvieran miedo.

Su madre estaba justo delante, esperándoles.

Entonces, uno de los pequeños dijo: Joven, nuestra madre murió. Hace cuatro años.

*   *   *

Tal vez alguien diga que el conductor del tractor sufrió una alucinación debida al agotamiento de tantas horas de búsqueda extenuante.

¡Qué maravilloso proceso el de esa alucinación! Ver a una madre que ya ha partido de la Tierra y que indica, de forma precisa, dónde están sus hijos amados.

El corazón nos dice que la Inmortalidad es una verdad, cada vez más comprobada y evidenciada.

El corazón nos dice que las madres, incluso en el otro lado de la vida, continúan amando y protegiendo a sus hijos.

El amor de una madre, sublime, abnegado.

¿Cuán grande es ese amor?

¿Quién de nosotros puede aquilatarlo?

Sólo quien lo ha vivido, sentido, puede decir algo al respecto.

Sólo quien ha recibido el cariño de una mujer, madre de la carne o madre del corazón, puede conmoverse ante ese hecho que narramos y dar gracias a Dios por haber creado a las madres.

Esas mujeres de fibra, de coraje, que lo hacen todo por el objeto de su amor, aunque no lo hayan engendrado.

Se convierte en madre desde el momento en que lo acuna en su pecho.

Mientras haya mujeres madres en la Tierra, el niño tendrá un regazo donde acurrucarse; el adolescente tendrá oídos que escuchen el dolor que siente.

El adulto sabrá que siempre habrá un lugar para volver.

El criminal tendrá un corazón que lo visite y perdone.

El desesperado tendrá una voz que lo anime a seguir por el camino.

El enfermo tendrá dos brazos que lo acaricien, deseando que el dolor se calme y la enfermedad lo abandone.

El amor de una madre no tiene límites.

Es un ángel en forma de mujer, caminando por la Tierra, consolando, sosteniendo, apoyando a los hijos del Señor de la vida.

Benditas sean las mujeres madres.

Redacción del Momento Espírita
El 16.8.2023.

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998