Momento Espírita
Curitiba, 30 de Abril de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone El bien que está a nuestro alcance

Seguro que ya hemos oído la regla de conducta: No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

Muchos de nosotros leemos esa recomendación y decimos que intentamos no hacer daño a nadie, al menos no intencionalmente.

Sin embargo, hay un detalle que merece nuestra apreciación.

El consejo dado por Jesús, relatado por el evangelista Mateo, es el siguiente:

Así que, todo lo que queráis que los hombres os hagan, hacédselo también vosotros a ellos, porque esta es la ley y los profetas.

Hay una sutileza de suprema importancia. Veamos que la propuesta de Jesús es positiva, invoca la acción: Haced vosotros a ellos.

Naturalmente, el no hacerlo a los demás estaría implícito en la idea, pero no fue lo que el Maestro quiso resaltar.

Él conocía la intimidad del alma humana.

Somos seres de expectativas. Seguimos siendo seres egoístas, es decir, tomamos decisiones pensando en nuestro propio bien, aunque eso signifique perjudicar a los demás.

Sabiendo eso, el Gran Educador propone que hagamos a nuestro semejante exactamente lo que queremos que él nos haga.

El verbo es hacer. Invoca una acción en el bien.

Mientras que, no hacerlo a los demás, puede llevarnos a una cierta acomodación y al consecuente comportamiento egoísta, la propuesta del Maestro es dinámica, imperativa y urgente.

No cabe duda de que hay un cierto avance moral cuando evitamos hacer grandes males. Sin embargo, ¿hemos hecho todo el bien que está a nuestro alcance?

No hacer nada cuando podemos, es el resultado de nuestra imperfección. En cierto modo, eso no deja de ser un tipo de mal.

No hay nadie que no pueda hacer el bien. Sólo los egoístas nunca encuentran la oportunidad de hacer el bien.

Sólo necesitamos estar en relación con otras personas para tener la oportunidad de hacer el bien.

Cada día en la Tierra ofrece esa posibilidad si no estamos cegados por el egoísmo.

Hacer el bien significa ser útil, en la medida de lo posible, siempre que la ayuda se haga necesaria.

¿Estamos siempre dispuestos a hacer el bien?

¿Somos capaces de posicionarnos como instrumentos del bien en la Tierra?

¿Estamos entre los que trabajan a favor de la vida, de la sociedad y del bien común?

Quien no trabaja, da trabajo, dijo, cierta vez, el dulce Chico Xavier, un modelo de disposición de hacer el bien.

Él fue uno de esos ejemplos inolvidables de dedicación total al prójimo, de hacer lo que estaba a su alcance y aún más.

Sin recursos materiales, con la salud debilitada y bajo las voces de la incredulidad, se hizo grande.

Grande porque pensó en su prójimo y fue hacia él, proporcionándole ayuda material. Y, lo que es más importante, consolándolo.

¿Y nosotros? ¿Hemos hecho todo el bien posible?

¿Hemos observado a nuestro alrededor lo mucho que hay por hacer, lo mucho que podemos colaborar, lo útiles que podemos ser?

No faltan ocasiones. No faltan personas necesitadas, desde el interior de nuestros hogares hasta las zonas abandonadas de nuestra propia ciudad.

Podemos convertirnos en un agente del bien sobre la faz de la Tierra.

Basta con mirar a nuestro alrededor y descubrirlo. Algo pequeño, algo grande. Una acción. Algo que mejore la vida de alguien y torne el mundo mejor.

Redacción del Momento Espírita
El 26.10.2023.

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998