Momento Espírita
Curitiba, 03 de Maio de 2024
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ícone Tres letras más grandes que todo el océano

Ante sus ojos, el mundo parece haberse convertido en una inmensa Babel. Nadie se entiende.

Por muchas teorías pacifistas que surjan, la crisis despunta sin control, amenazando con arrastrarlo todo en un torrente de locura e insensatez.

Alrededor de sus pasos, se observa una infancia rodeada de todas las posibilidades materiales, pero privada del afecto de sus padres, porque ellos están en las luchas para el mantenimiento financiero de la familia o, cuando son ricos, rehúyen convivir con hijos testarudos y llorones, subcontratando su educación.

Se ven jóvenes sin frenos, inmersos en todo tipo de disipaciones.

Adoran ídolos de barro, utilizando sus propias fuerzas para entregarse a placeres corporales, de los que muchos salen mutilados emocional y psicológicamente.

Una madurez sedienta de triunfos en el proscenio de los negocios, como si la vida pudiera resumirse en signos de dólares y bitcoins, pólizas y artículos de lujo.

Cuerpos esculpidos en sofisticados gimnasios o mediante costosas operaciones de cirugía estética, donde se busca la perfección a punta de bisturí.

Perfección por fuera y graves trastornos anímicos y afectivos por dentro.

Buscando alejarte de la histeria colectiva de las calles, enciendes la televisión o buscas en los canales de Internet. Ves cuántos anuncios te martillean los dedos para que compres tal o cual producto, convirtiéndote en un consumidor voraz y compulsivo.

En cualquier ambiente que busques, el ruido excesivo te roba un minuto de silencio.

Las sirenas suenan fuera, exigiendo calles despejadas para la policía, los bomberos o la ambulancia que transporta a alguien en las últimas.

Sí, desearías que una mañana todo estuviera en silencio. Calles vacías, permitiendo que las personas se encontraran para el cultivo del diálogo fraternal.

Echas de menos la oportunidad de hablar de tus angustias, de tus búsquedas existenciales. Pero, casi todo el mundo te busca para descargar sus propias tensiones.

En el fondo te das cuenta de un anhelo no saciado, de un vacío insatisfecho.

Ojalá en una esquina cualquiera, Él apareciera como antes.

Pies descalzos, túnica impecable, cabello suelto al viento.

Sin mochila a la espalda. Sin smartphone en las manos. ¿Auriculares? Ni hablar.

Él vendría caminando por la acera, conversando con una y otra persona, hasta que Sus ojos se fijaran en los tuyos.

No te preguntaría tu nombre, no indagaría tu origen, no te interrogaría sobre tus fracasos ni desearía saber tu profesión.

Él simplemente te abrazaría, giraría tu cuerpo en dirección contraria y caminaría contigo hacia el mar.

Allí se sentaría a tu lado en la playa. Y, durante largos minutos, tú y Él os sentaríais uno al lado del otro, absortos y extasiados por la majestuosidad del océano sin fin.

Una breve siesta te sacaría de este mundo de ruido y frenesí. Cuando tu conciencia volviera a funcionar plenamente, Él ya no estaría a tu lado.

En la arena donde Él se había sentado, una nota estaría allí para tu edificación:

Ama.

Sólo eso. Tres letras más grandes que todo el océano.

Ama. Si estas tres letras se ponen en acción, nuestra vida tendrá otro sentido existencial.

Redacción del Momento Espírita, inspirada en mensaje
del Espíritu Marta, psicografía de Marcel Mariano,
en Juazeiro/Bahia-Brasil, el 11.10.2022.
El 4.1.2024

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