Momento Espírita
Curitiba, 05 de Maio de 2024
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ícone Eterno noviazgo

Una de las causas señaladas para las separaciones conyugales ha sido el aburrimiento. Poco a poco, la relación que era cálida, dulce, va asumiendo un carácter de hastío, cansancio y rutina.

Los días de noviazgo parecen lejanos, casi borrados, surgiendo en la pantalla mental como ligeros recuerdos, de vez en cuando.                   

Son los hijos que surgen, exigiendo cuidados y atenciones. Es el trabajo profesional que impone empeño redoblado. Son las tareas domésticas, repetitivas y cansativas.

Con todo esto, cada cónyuge va realizando lo que le concierne, como si fuera un autómata, un robot.

Nada que escape a la rutina de las horas y de los días. Incluso el entretenimiento del fin de semana, las visitas a los padres de uno y otro siguen una programación previa, con día y hora marcados.

No es de admirar que los años traigan para dentro del hogar y para la pareja el aburrimiento. Con él, el desinterés por el otro, la indiferencia en las relaciones y la apatía. Si observamos, sin embargo, algunas relaciones conyugales duraderas, que completan bodas de plata, de oro, tenemos que admitir que es posible mantener encendida la llama del amor, con el transcurrir de los años.

El amor puede compararse a una delicada flor, que necesita de cuidados constantes, a fin de no marchitarse.

El romanticismo que caracteriza al período de noviazgo debe mantenerse.

Es importante que no se lo abandone por cuenta de conceptos tales como "eso es para los jóvenes." o "mi época ya ha pasado".

Existen actitudes mínimas que dan un sabor especial y un motivo de novedad a las relaciones.

Una llamada telefónica en plena tarde, inesperada, solamente para indagar: "¿cómo está mi amada?"

Una flor recogida en el jardín, en el frescor de la mañana y colocada en la mesa del café. Un toque diferente.

Levantarse antes del otro, preparar una bandeja con cariño y servir el café en la cama. ¡Cuántas mujeres sueñan con tal cortesía!

Un fin de semana inédito. Por qué no dejar los niños con los abuelos o con la nodriza y salir a pasear juntos, dados de la mano, volviendo a descubrir la Luna, contando estrellas, y ver si el buen Dios ya no ha dispuesto otras tantas, desde la época del noviazgo...

Sorprender al afecto con una declaración de amor, una observación gentil al peinado, al traje.

Pequeños detalles. Casi insignificantes, pero que hacen la gran diferencia entre la rutina y el delicado y perenne condimento del amor que nunca perece.

 ***

Aproveche las horas mientras usted sigue lado a lado con su amor y háblele de lo que siente, y de la importancia que él tiene en su vida.

No permita que el tiempo transcurra sin un gesto de cariño, una palabra de ternura.

Decídase a revivir los días de noviazgo, siempre nuevos, un descubrimiento constante del otro.

No deje para mañana, ni programe para el día del cumpleaños. Hágalo hoy, ahora, mientras sea posible, pues nadie sabe la hora de la partida, cuando solamente quedarán muchas palabras no dichas, muchos abrazos no dados y una nostalgia de todo lo que no se demostró para el otro en afectividad, amor y dedicación.

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